Desmitificando las inteligencias múltiples: ¿Qué nos dice realmente la ciencia?

Hace unas semanas, tuve el privilegio de actuar como editor de un artículo escrito por la Dra. Lynn Waterhouse del College of New Jersey. Este artículo, publicado en la revista Frontiers in Psychology, plantea una pregunta esencial: ¿Es la teoría de las inteligencias múltiples un neuromito? A través de una meticulosa revisión bibliográfica, la Dra. Waterhouse nos ofrece un análisis profundo sobre las limitaciones de esta influyente teoría en el campo de la educación. Con este texto, mi objetivo es condensar el trabajo de Waterhouse y ponderar las repercusiones de su teoría en el contexto chileno.

Cuestionamientos sobre la medición, independencia y base cerebral de las inteligencias múltiples

Waterhouse argumenta que, para investigar un constructo, es crucial poder medirlo, determinando así su confiabilidad y validez. No obstante, en el caso de las inteligencias múltiples, no existen medidas estandarizadas que sean aplicables universalmente. Aunque Gardner y su equipo propusieron algunas escalas en 1998, estas no fueron aceptadas como estándares. De hecho, Gardner sugirió que otros investigadores se encargaran de desarrollarlas, optando por no involucrarse directamente en la creación de dichas pruebas. En lugar de ello, manifestó su deseo de ayudar a los estudiantes a reconocer y desarrollar sus propias inteligencias individuales. Posteriormente, se introdujeron herramientas como el Teele Inventory of Multiple Intelligences (TIMI). Sin embargo, un análisis de 2004 indicó que el TIMI no proporciona una medición confiable, desaconsejando su uso en educación. Por otro lado, en diversas investigaciones, incluyendo algunas en Chile, se ha recurrido a la escala Multiple Intelligences Developmental Assessment Scales (MIDAS). No obstante, los resultados derivados de esta herramienta han demostrado ser inconsistentes y, en muchos casos, los estudios carecen de la rigurosidad necesaria en sus análisis.

Gardner ha defendido repetidamente que las inteligencias son habilidades independientes, un pilar fundamental de la teoría de las inteligencias múltiples. Ha destacado que la independencia de estas se evidencia en estudios que identifican a personas con habilidades o deficiencias específicas y su relación con áreas neuronales concretas. No obstante, son escasos los estudios que han explorado esta independencia basándose en medidas estándar compartidas. Al analizar las relaciones entre las distintas inteligencias, se ha notado que muchas de ellas están correlacionadas, contradiciendo la propuesta de independencia de Gardner. En Chile, se han realizado investigaciones en torno al concepto de inteligencias múltiples, pero no siempre con la rigurosidad necesaria, y a menudo no se evalúa la independencia de las diferentes subescalas, dejando en el aire la evidencia de su posible separación.

Por su parte, Gardner sostiene que cada inteligencia tiene una base neural distinta en el cerebro, una idea que ha cautivado a educadores y académicos por años. Sin embargo, expertos como Rousseau y la misma Waterhouse argumentan la necesidad de contar con investigaciones robustas que respalden estas afirmaciones. Hasta la fecha, no hay estudios empíricos contundentes que validen la base neural de la teoría de las inteligencias múltiples. Los pocos estudios existentes, liderados por figuras como Shearer y Karanian, presentan limitaciones metodológicas que impiden establecer los posibles correlatos neuronales de las inteligencias múltiples.

Más allá de la falta de evidencia científica, es complejo sostener que las inteligencias múltiples ocupen zonas específicas y claramente delimitadas en el cerebro, dada la comprensión actual del mismo. Hoy, sabemos que las redes neuronales son más complejas de lo que se pensaba en los años 80 y 90, época en la que teóricos como Fodor y Sperber propusieron las teorías modulares. Por ejemplo, ahora se entiende que procesos como el lenguaje no son resultado de una única red neural, sino que interactúan con otras funciones cognitivas. Entendemos entonces que las redes neuronales que sustentan la cognición son complejas, y distintas áreas del cerebro colaboran en el manejo de comportamientos altamente elaborados. De este modo, la información se canaliza a través de redes dinámicas que se distribuyen por todo el cerebro.

La falta de evidencia detrás de la enseñanza basada en inteligencias múltiples

Si bien muchos educadores adoptan métodos basados en las inteligencias múltiples, guiados por la creencia de que existen distintas inteligencias con bases únicas en el cerebro y que varían entre individuos, no hay evidencia científica que respalde esta perspectiva. La idea es que enseñar de acuerdo con las inteligencias predominantes de cada estudiante es más eficaz. Por ejemplo, Gardner propuso que disciplinas como la programación podrían enseñarse idealmente a través de una pieza musical para estudiantes con habilidades musicales elevadas. Aunque Gardner y otros expertos han aclarado que la personalización educativa no se extrae directamente de la teoría de las inteligencias múltiples, muchos programas de formación docente aún la promueven como base para diseñar lecciones individualizadas. En Chile, el enfoque de las inteligencias múltiples goza de amplia aceptación, como se refleja en numerosas tesis, publicaciones y sitios web que ofrecen evaluaciones y guías basadas en inteligencias múltiples.

A pesar de que numerosos educadores e investigadores del ámbito de la educación ven con buenos ojos la incorporación de estrategias basadas en la teoría de inteligencias múltiples en el proceso enseñanza-aprendizaje —argumentando que potencian el desarrollo del pensamiento lógico, crítico y creativo—, aún se carece de evidencia contundente que respalde la eficacia de estas estrategias pedagógicas. En el contexto chileno, diversas tesis universitarias han abordado la aplicación de las inteligencias múltiples en la educación, poniendo un énfasis particular en la percepción de los docentes y su posible implementación en el aula.

Si bien existe una amplia documentación sobre la aplicación de las inteligencias múltiples, la evidencia proporcionada muestra ciertas falencias. Tomemos, por ejemplo, un estudio de Winarti y colaboradores en 2019, donde se detectó una mejora notable en seis de las ocho inteligencias entre estudiantes que recibieron instrucción basada en inteligencias múltiples, en comparación con un grupo control. A pesar de estos resultados, el estudio presenta serias limitaciones metodológicas, lo que impide atribuir con certeza las mejoras a la intervención y no a otros factores, como la repetición de información o la atención individualizada del docente. Es posible que los progresos observados en ciertas investigaciones se deban, en realidad, a enfoques pedagógicos ya consolidados y efectivos. Por otra parte, Ferrero enfatiza que otros aspectos, como la adecuada selección de tamaños de muestra, la existencia de grupos de control apropiados y la validez y confiabilidad de las medidas, a menudo se pasan por alto. En vista de ello, se requieren estudios más rigurosos antes de abogar por la incorporación de la teoría de las inteligencias múltiples en la sala de clases.

Recomendación para los docentes

Dado que la teoría de las inteligencias múltiples carece de respaldo empírico sólido, se sugiere que los docentes se acerquen a esta teoría con una actitud crítica y reflexiva. En lugar de adoptar estrategias basadas exclusivamente en las inteligencias múltiples, los educadores deberían considerar un abanico más amplio de enfoques pedagógicos respaldados por investigaciones empíricas. Es fundamental que los docentes se mantengan informados y actualizados sobre las investigaciones interdisciplinarias más recientes en el campo de la educación, y se animen a implementar prácticas basadas en evidencia que promuevan un aprendizaje efectivo y significativo para todos los estudiantes. Desde el Núcleo Milenio para la Ciencia del Aprendizaje (MiNSoL), estamos comprometidos a colaborar estrechamente con los docentes, generando investigación relevante para la educación. Buscamos establecer un diálogo permanente, abordando las problemáticas del aula desde una perspectiva científica, reconociendo siempre a los profesores como los verdaderos expertos en el aula.

Roberto A. Ferreira

Director Núcleo Milenio para la Ciencia del Aprendizaje (MiNSoL)

Facultad de Ciencias de la Educación, Universidad de Talca